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DISFUNCIÓN ERÉCTIL: CAUSAS, SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO

22/03/2021 - Leído 13992 veces

General

La impotencia o disfunción eréctil es la incapacidad para lograr una erección o que esta sea de la firmeza suficiente como para conseguir realizar el acto sexual. Se trata de un trastorno muy frecuente pero que, al estar tan estigmatizado y representar un problema de vergüenza para el afectado, no se habla demasiado de él.


Tener problemas de vez en cuando para tener una erección no es signo de nada grave, pues muchos factores pueden dificultar que el miembro masculino logre la erección, como los nervios o estar bajo los efectos del alcohol.


Por ello es difícil definir exactamente qué es la disfunción eréctil y cuándo pasa a ser considerada una condición clínica. Para el artículo de hoy, consideraremos la disfunción eréctil como un trastorno prolongado y repetido en el tiempo, analizando tanto sus causas como los tratamientos de los que disponemos.


¿Qué es la disfunción eréctil?

La disfunción eréctil es la incapacidad para conseguir una erección, mantenerla en el tiempo o que se logre con la suficiente firmeza como para poder tener relaciones sexuales.


Se trata de un problema que, de prolongarse en el tiempo y repetirse con frecuencia, llega a afectar a la calidad de vida de la persona, pues genera vergüenza y ocasiona problemas en las relaciones íntimas con la pareja.


Su incidencia es de aproximadamente el 10%, aunque hasta el 50% de los hombres tienen un problema de disfunción eréctil en algún momento. La mayoría de casos diagnosticados son a partir de los 40 años de edad, aumentando su prevalencia cuanta mayor sea la edad del hombre.


Se trata de una condición clínica muy común que, si bien no tiene por qué ser indicio de nada grave y existen tratamientos efectivos para solucionarlo, en ocasiones la disfunción eréctil puede ser síntoma de enfermedades más graves, como por ejemplo el cáncer de próstata.


Por ello, es importante solicitar atención médica ante este problema, pues los tratamientos pueden revertir fácilmente la solución y un diagnóstico precoz puede detectar la presencia de la enfermedad de fondo, en caso de que haya alguna.


Causas

La excitación sexual masculina y la consecuente erección es un proceso muy complejo en el que entran en juego factore tanto físicos como mentales.


La fisiología del cuerpo es importante para lograr la erección, pues están involucradas distintas hormonas y vasos sanguíneos, además del propio cerebro y el sistema nervioso en general.


Pero es que la psicología también tiene un rol vital ya que las emociones que se experimentan potencian o inhiben el deseo sexual, afectando directamente a la capacidad para lograr una erección.


A continuación presentamos las principales causas físicas y mentales de la disfunción eréctil, teniendo en cuenta que muchas veces es una combinación de ambas: un problema físico retroalimenta un bloqueo mental y empeora la disfunción. Y viceversa.


1. Factores físicos

Muchas veces, la disfunción eréctil se debe a trastornos de la fisiología del organismo, es decir, está causada por enfermedades o por el consumo de distintas sustancias que inhiben alguno de los procesos involucrados en la erección.


Los principales factores físicos detrás de la mayoría de casos de impotencia son los siguientes: hipertensión, enfermedades cardíacas, obstrucción de vasos sanguíneos, obesidad, diabetes, tabaquismo, alcoholismo (un consumo puntual ya puede afectar a corto plazo), trastornos del sueño, algunos medicamentos (la provocan como efecto secundario), cáncer de próstata, nivel alto de colesterol, Parkinson, esclerosis múltiple…


Como vemos, hay multitud de trastornos y situaciones que pueden derivar en disfunción eréctil. Muchas veces es síntoma de una enfermedad diagnosticada, aunque otras puede ser el primer indicio de una patología que todavía no se había diagnosticado en la persona.


2. Factores mentales

Sin embargo, la mayoría de casos de disfunción eréctil en la población joven y sana son debidos a factores psicológicos, es decir, a los famosos “bloqueos mentales”.


El cerebro es pieza clave para desencadenar el deseo sexual y, por lo tanto, conducir a la erección. De todos modos, hay muchas circunstancias que pueden interferir en esta activación del cerebro y que provocan que la excitación sexual no se logre, se acabe al poco tiempo o que no sea suficiente como para conseguir la erección.


Entre todos, los factores mentales que más frecuentemente están detrás de los casos de disfunción eréctil son: preocupaciones, falta de confianza con la pareja sexual, inseguridades con el cuerpo, miedo, vergüenza, malas experiencias sexuales en el pasado, problemas de pareja, ansiedad, estrés, depresión, falta de experiencia…


El problema de los casos debidos a los factores mentales es que se retroalimentan los unos a los otros. Es decir, el estrés por saber que se sufre impotencia genera todavía más estrés y se acrecenta el problema de disfunción eréctil, entrando en un círculo vicioso. Por ello es tan importante solicitar atención psicológica si se necesita.


Complicaciones

Si bien la disfunción eréctil no es una enfermedad grave en el sentido que no pone en peligro la vida de la persona, sí que puede comprometer su calidad.


La disfunción eréctil puede derivar en problemas de autoestima, ansiedad, estrés, alejamiento de la sexualidad, conflictos con la pareja, la imposibilidad de dejarla embarazada e incluso rupturas.


Todo esto, junto con el hecho de que puede ser síntoma de un trastorno más grave de la salud, hace evidente la necesidad de prevenir el desarrollo de la impotencia y de solicitar tratamiento en caso de que se sufra.


¿Puede prevenirse?

Sí. En muchos casos, la disfunción eréctil es prevenible adoptando un estilo de vida saludable. Llevando una dieta equilibrada y haciendo ejercicio físico regularmente, especialmente después de entrar en la década de los 40, se reduce enormemente el riesgo de padecer obesidad, diabetes y todas las enfermedades cardiovasculares que pueden detonar la aparición de la impotencia.


Además, es muy importante no empezar a fumar (o dejarlo en caso de que se hiciera) y limitar el consumo de alcohol, pues estos dos productos son causa directa de disfunción eréctil. Del mismo modo, realizar controles y exámenes médicos de forma periódica es la mejor manera de detectar precozmente enfermedades que pueden derivar en impotencia, como por ejemplo el cáncer de próstata.


Y más allá de los factores físicos, la prevención de los problemas psicológicos que conducen a la disfunción eréctil también es posible. Hacer deporte, tomar medidas contra el estrés, fomentar la confianza con la pareja, buscar ayuda para la ansiedad, hablar de ello con amigos y familiares… Todas estrategias pueden ayudar a que el problema cada vez sea menor y que se vuelva a recuperar una plena salud sexual.


De todos modos, no siempre es posible prevenir la aparición de este problema ya que, como hemos visto, su desarrollo depende de la interacción de muchos factores. Afortunadamente, para estos casos también hay una salida. Y es que existen tratamientos efectivos para curar la disfunción eréctil.


Tratamiento

Existen varias terapias para tratar la disfunción eréctil, desde orientación psicológica hasta tratamientos farmacológicos, pasando incluso por procedimientos quirúrgicos. Evidentemente, estos procesos más invasivos deben reservarse como última opción, pero ya sea de una forma u otra, los hombres con impotencia disponen de muchas alternativas para resolver su problema.


1. Terapia psicológica

En caso de que la disfunción eréctil sea debida a algún bloqueo mental y no estén involucrados otros trastornos físicos o patologías, la terapia psicológica suele ser de gran ayuda. Cuando la impotencia está causada por problemas de autoestima, ansiedad, estrés, traumas o conflictos con la pareja, los psicólogos pueden ofrecer orientación para tratar el detonante y ayudar a que el afectado recupere la vitalidad sexual y supere el “bloqueo”.


2. Practicar deporte

Aunque parezca extraño, en muchos casos, el deporte es el mejor tratamiento para combatir la disfunción eréctil. La actividad física, además de mejorar el estado de salud general, ayuda a superar el estrés, a sentirse mejor con uno mismo y tiene beneficios en la circulación sanguínea. Por lo tanto, el deporte es una terapia para luchar contra los factores tanto físicos como mentales desencadenantes de la impotencia.


3. Fármacos

Existen diversos medicamentos que se administran de forma oral que ayudan a combatir la disfunción eréctil. De ellos, el más famoso es la viagra, aunque todos fundamentan su mecanismo de acción en relajar la musculatura del pene y aumentar la irrigación sanguínea a este, facilitando así el logro de la erección.


Existen otros medicamentos menos comunes que también pueden ayudar a algunas personas, aunque su uso dependerá de la causa de fondo. Entre ellos tenemos inyecciones de fármacos en el pene, supositorios y terapias de reemplazo de testosterona, en caso de que la persona no logre la erección debido a no producir suficiente hormona sexual.


De todos modos, todos estos fármacos tienen efectos secundarios bastante comunes, por lo que su administración suele reservarse para aquellas personas que no respondan bien ni al ejercicio físico ni a la orientación psicológica.


4. Procedimientos quirúrgicos

La última de las opciones es someterse a procedimientos quirúrgicos. Se reserva para personas que no responden a ninguno de los otros tratamientos, pues se trata de operaciones invasivas y que tienen riesgos.


Uno de los más “comunes” es el uso de los conocidos como implantes penianos, que consisten en dos barras que se colocan a lado y lado del pene mediante una cirugía y que, a demanda de la persona, se hinchan para hacer que se consiga la erección.


Por lo tanto, aunque sea necesario a recurrir a técnicas invasivas, la disfunción eréctil puede tratarse. Ya sea haciendo deporte, acudiendo al psicólogo, tomando medicamentos o pasando por una cirugía, ningún hombre debe ver su sexualidad y calidad de vida afectadas por un problema que casi siempre tiene solución.


Fuente: Salud

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